jueves, 30 de agosto de 2012


Estimados lectores:

Hemos recibido a través de varias personas el proyecto “Torre David: Gran Horizonte” de Urban Think Tank, que será presentado en la Bienal de Venecia de Arquitectura 2012.
Este proyecto ha levantado numerosos comentarios críticos en Venezuela. Su nombre proviene de una mezcla del rascacielos invadido que se encuentra en la ciudad de Caracas, el Centro Financiero Confinanzas, conocido como "La torre de David", y un famoso restaurante de comida criolla. Alfredo Brillembourg forma parte de Urban Think Tank, es venezolano y ha estado vinculado a la universidad y a la práctica arquitectónica en el país.
Nosotros utilizamos el nombre coloquial de la torre para titular el blog y un trabajo de investigación que venimos desarrollando desde hace tres años, con una posición muy distinta a la que plantea Urban Think Tank. Nos centramos en la visualización y discusión de un tema que consideramos no se puede limitar a lo puramente formal o a un discurso exótico sobre la creatividad popular, léase pobreza, en la que además se repiten esquemas verticales de poder y sumisión. Y la distancia ética de la que hablaba Serge Daney: si no podemos hacer algo para mejorar la situación de las personas, enfoquemos el problema para que sea visible y se discuta.
Entre los comentarios y textos que recibimos, está una carta del arquitecto Jimmy Alcock. Nos interesa publicarla y así prestar nuestra plataforma para plantear una discusión, abierta y constructiva, sobre el proyecto en cuestión, sobre la "Torre de David", las invasiones en Venezuela y su lectura -lo exóticas y románticas que resultan para la mirada foránea-, la realidad del país, la capitalización de la pobreza, lo vernáculo-periférico como espectáculo para el primer mundo, la explotación visual, etc.
Y nos unimos a las palabras de Tzvetan Todorov en “Muros caídos, muros erigidos”, en relación a los dirigentes autócratas: “Cuando nuestros dirigentes evocaban la igualdad, podíamos estar seguros de que querían ocultar sus privilegios; las loas a la libertad escondían la opresión, los llamamientos a la paz anunciaban actos de agresión, la defensa del bien común podía interpretarse como la apertura de una cuenta privada en Suiza...”
Hay que cuidar los límites, pensamos. Y ser cuidadosos.

Pueden escribir sus comentarios a: latorrededavid@gmail.com para publicarlos en nuestro blog.

No publicaremos comentarios anónimos.


Ángela Bonadies & Juan José Olavarría

jueves, 9 de agosto de 2012

A partir de la carta de Jimmy Alcock a Alfredo Brillembourg y su "think-tank" (II)


Estimada Ángela:

Gracias por invitarme a participar.

Lo que me ocurre es que con este asunto de la Bienal de Venecia es preferible, en lugar de opinar mucho, dejarlo pasar como una muestra más, tanto del oportunismo que ha caracterizado estos últimos años aquí en Venezuela, como de la actitud "light" característica de una cierta  visión "europea" de lo que acontece en el mundo. Además, respecto a esto último, la crisis económica internacional ha avivado los enfoques que pretenden ser críticos y no son más que juegos irresponsables. Nada me extrañaría que en La Bienal se tomara del mismo modo especulativo pseudo-intelectual la guerra de Siria.

Así que en resumen, prefiero no decir más nada. Yo le escribí con dureza a Brillembourg, a quien corresponde tratarlo con desdén y nada más, sin hacerle publicidad que sería lo que conviene a su cinismo.

Oscar Tenreiro







El entierro de toda lógica

Oscar Tenreiro / 21 de julio de 2012

               http://oscartenreiro.com/author/oscartenreirodegwitz/
Si hay algo que podría servir de símbolo de la actual situación venezolana sería ese barrio-marginal-sobre-estructura-vertical-de-concreto-de-alta-tecnología que se ha venido formando, paso a paso, único en el mundo, en el centro de la ciudad de Caracas a pocos metros de las sedes de los bancos más importantes del país.
Se trata de la ocupación de la estructura de un edificio de oficinas que estaba en avanzado estado de construcción en 1994 en tiempos de la crisis bancaria venezolana. Iba a ser la sede de un centro financiero (Confinanzas) presidido por el Banco Metropolitano, que cayó arrastrado por la crisis. Tiene 46 pisos y 190 m. de altura y es proyecto de la oficina del Arq. Enrique José Gómez. Cuando se paralizó su construcción, el edificio se hallaba muy avanzado, con el muro cortina y los acabados externos en aluminio casi terminados.
Nunca ha estado claro por qué ese edificio permaneció abandonado durante todo el último período democrático de gobierno, pero, como ha ocurrido con tantas cosas, el Régimen actual continuó el abandono y lo llevó hasta el absurdo. Hasta convertirlo en el monumento más visible de la falta de lógica que ha minado la vida institucional venezolana reciente.
Durante años pasábamos junto a él interrogándonos sobre si podía haber razones para el abandono, hasta que desde hace unos diez años era evidente que poco a poco, desde dentro, se desmantelaba el muro cortina y los acabados exteriores para (era fácil deducirlo) revender el material a procesadoras de aluminio reciclado. Un vandalismo altamente rentable que ninguna autoridad trató de impedir. Que abarcó también escaleras mecánicas instaladas, cables eléctricos, tuberías externas y miles de metros cuadrados de cristales de seguridad.
Invasión.
Hasta que hace unos cinco años se produjo lo que desde la autoridad oficial se ha venido promoviendo en toda la extensión de la ciudad: un numeroso grupo de seguidores del Régimen, dirigidos por un célebre personaje, apodado "el niño", quien desde entonces actúa como casero-dueño de la inmensa estructura, consumó una invasión. Comenzaron a aparecer, visibles desde los huecos dejados por el vandalismo en las fachadas, tabiques de arcilla, ventanas improvisadas, ropa colgando a secar. Todas las muestras típicas de las viviendas precarias de nuestros "barrios" marginales. Se ocuparon primero los pisos inferiores y se llegó más allá del piso veinte. El tráfico de personas entrando, saliendo, moviéndose internamente, se hace sorteando huecos para ductos mecánicos y como por supuesto no hay ascensores y las escaleras no tienen barandas, hay permanente riesgo de pavorosos accidentes (niños caídos al vacío) que han ocurrido con frecuencia. Se han improvisado sistemas de agua y drenajes de aguas negras que revelan, si uno alcanza a superar el estupor ante este descarnado manifiesto de explotación de la miseria, el ingenio típico de todo esfuerzo de supervivencia.

Sería demasiado largo enumerar las características de este insólito "asentamiento", las tristes anécdotas de la difícil convivencia en condiciones de promiscuidad, las formas de organización que se han originado incluyendo moto-taxis que operan en las rampas del estacionamiento, el azote de la delincuencia, todas cosas denunciadas en el periodismo diario. Hasta se habla de que "el niño" es un delincuente reformado, practicante evangélico que llegó a fundar en uno de los pisos una capilla donde promueve la oración comunitaria. Y así por el estilo.
Lo ideológico derrotado.
Y es lo ideológico lo único que puede explicar que el Estado haya tutelado este fenómeno tan insólito, aparte de que se quisiese atribuirlo a una monumental ineficacia en el ejercicio de la autoridad pública, imposible dada la naturaleza represiva del Régimen. Naturaleza que es selectiva, se orienta hacia los "enemigos" y tolera todo de los "amigos". Y quienes protagonizaron esta invasión son amigos, su acción no incomoda a quienes, ideologizados, ven la ciudad como un campo abierto para la lucha de clases. Ese edificio, además, iba ser expresión del muy perverso capitalismo. Degradarlo es un sinsentido que cobra sentido desde la ideología.

Pero su dimensión patrimonial es tal que lo ideológico pierde toda fuerza: esa estructura, el terreno donde se encuentra, una de las zonas más costosas de la ciudad, iba a ser sacado a subasta por el Régimen (se ha dicho) por 80 millones de dólares. Que la subasta hubiese tenido éxito es poco probable en un contexto de inseguridad jurídica como el que vivimos, pero esa enorme suma alcanzaría para solucionar las necesidades de vivienda digna de las 700 familias que allí viven y aún sobraría para servicios y un mínimo de 500 viviendas más. No hay prejuicio ideológico que oculte la obligación estrictamente racional de capitalizar ese patrimonio para orientarlo hacia la inversión.
Y aquí nos topamos con el descarnado drama venezolano: la optimización de los recursos del Estado no tiene ninguna importancia en términos ideológicos para quienes se empeñan en inventar una revolución cuyo verdadero sostén es el despilfarro abusivo de los recursos petroleros rentistas. Las desviaciones características de todo Petroestado se imponen: el dinero fácil permite ir contra cualquier lógica de sostenibilidad.
Quienes desde la Nomenklatura tienen el cinismo de hablar del laberinto político que los ha hecho privilegiados alegando que lo apoyan porque redime a los oprimidos y en tono de irresistible cursilería lo califican de muestra de amor, harían bien en considerar seriamente lo que este barrio vertical le dice a todos los venezolanos: aquí se ha enterrado la lógica a manos de la ambición de Poder.

EL ENTIERRO DE TODA LÓGICA
A uno le resulta difícil entender que haya gente fuera de Venezuela que tenga simpatías por el Régimen político que nos gobierna. Difícil digo si hablamos de quienes consideran fundamental que se respeten los derechos democráticos o se ubican fuera de las ataduras ideológicas que en el pasado sirvieron de soporte a silencios inexcusables frente a los horrores del nazismo o el estalinismo. Hace no más un par de días que una institución como Human Rights Watch emitió un informe en el que denunciaba lo que para nosotros los venezolanos es cotidiano: que en nuestro país se ha instalado un sistema que viene aplastando muchos de nuestros derechos, Un asunto que se hace especialmente notorio ahora cuando se inicia aquí una campaña electoral en la que hemos puesto las esperanzas para superar ese aplastamiento; sabiendo sin embargo que desde las alturas del Poder se violentan todas las normas de equilibrio vigentes en todo país democrático.

Y por eso resulta extremadamente irritante para los demócratas de aquí, así como debería serlo para todos los demócratas del mundo, que el ex-Presidente Lula haya tenido la osadía de apoyar la reelección de nuestro Dictador. Porque no debemos cansarnos de decirle a Lula que el mandatario actual venezolano ejerce como un dictador, a pesar de todas las máscaras que le sean habituales.
¿Qué puede estar pasando en el espíritu de Lula para incurrir en tamaño error? Es fácil decirlo, tal como lo escribí aquí hace dos semanas, la ideología le hizo pasar por encima de los hechos. La ideología sí, pero además el oportunismo frente a la generosa chequera del Komandante venezolano. ¿Y por qué no decirlo? la misma torpeza que llevó a Lula a criticar a los que en Cuba sacrificaron sus vidas en huelgas de hambre para exigir derechos que les eran negados por la Dictadura cubana. Un error de juicio que no merecía ser calificado sino como una inmensa estupidez. Porque el prestigio que se ha ganado Lula internacionalmente no impide que cometa estupideces. Y en relación con Venezuela ha cometido bastantes.
Lula, o muchos como Lula tendrían que reflexionar sobre ese insólito fenómeno que describimos en la entrada de hoy. Un fenómeno urbano apoyado por las autoridades "revolucionarias" pasando por alto, como insisto en decir en el texto, la más elemental lógica.
Y con ese tipo de cosas hemos tenido que convivir los venezolanos durante más de una década. Abundan a lo largo de todo nuestro territorio absurdos análogos a éste que han prosperado gracias al total dominio del Poder, configurado al modo de cualquier dictadura pero contando, por algo los Petroestados son casos especiales, con una abundancia tal de dinero que permitió crear una inmensa estructura de propaganda que tiene importantes ramificaciones internacionales, no sólo sosteniendo un canal de televisión internacional como Telesur sino financiando invitaciones a personajes "amigos" venidos desde todas partes del mundo (como en el reciente "Foro de Sao Paulo" reunido en Caracas) dispuestos a sostener que la lógica nada importa si lo que se pone en primer término son los lugares comunes de la ideología de izquierdas.

Y el caso de un monumento urbano convertido en un barrio marginal, en una "favela" de más de cuarenta pisos de altura es necesario que sea visto por el mundo en su estruendosa falta de sentido para que se reflexione sobre "el caso" venezolano.

martes, 7 de agosto de 2012

Carta de Jimmy Alcock a Alfredo Brillembourg y su "think-tank"


Queridos Amigos,

Mi respuesta a la "promoción" que se está haciendo  el arquitecto Alfredo Brillembourg, con su "think-tank", en la Bienal de Venecia 2012 : "Torre David: Gran Horizonte".

Lamento que un arquitecto venezolano, calificado, tome este rumbo contra su país, justifique y a la vez  promueva internacionalmente las invasiones que están continuamente ejecutándose en Venezuela y llevándola a bienales internacionales.


Jimmy Alcock

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Hola Alfredo,


Me está llegando un correo sobre la "Torre de David Gran Horizonte".
Tengo entendido que tú eres uno de los promotores de esta exposición. Lamento que tú estés involucrado en el descrédito de la Arquitectura venezolana y el destrozo de esta gran obra, aupándola como :

"A Symbol of the Neo-liberal failure and the poor´s self - empowerment with its mangnificient defficiences. It represents an oportunity to reconsider how we create and foster urban communities".


Me imagino que ahora aprobarás la invasión del edificio de tu familia que fue invadido hace un tiempo en los Palos Grandes y que tanta rabia te causó.

Malos augurios para tu "Think-tank". Lamento que hayas tomado otro rumbo en tu profesión, por tus deseos de figuración.

Qué lástima que un miembro de  esa  gran familia  a la que perteneces, y que tanto quiero, haya desviado sus objetivos. También, te auguro que no llegarás a nada y serás despreciado por los profesionales serios en Venezuela.


Jimmy Alcock
Arquitecto y Venezolano



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TORRE DAVID: GRAN HORIZONTE
Our proposal is to create a vibrant social space in the unlikeliest of settings – the hushed, high-art context of the Corderie. In short, we propose a restaurant. Food is a social leveller, and sharing a meal is the most convivial way to exchange ideas.
Our restaurant will be a piece of Caracas – a piece of the economic south – but also common ground.

Concept
This project draws on Urban Think Tank’s extensive research into the Torre Confinanzas, also known as the Torre de David. This unfinished 45-storey skyscraper, built as a banking headquarters in Caracas in the 1990s, has been squatted and is now a “vertical slum” and a vibrant community. The Torre de David is a symbol of neoliberal failure and of the poor’s self-empowerment. With its magnificent deficiencies, it represents an opportunity to reconsider how we create and foster urban communities.
Our proposal is to recreate a piece of the Torre de David in the biennale – as if the tower had a restaurant. This fictional replica restaurant will be a symbolic piece of the economic south in the rarified setting of the biennale, but it will be a place that visitors will enjoy, where they can eat, drink and generally taste South America. The restaurant will be called Gran Horizonte (an actual restaurant in Caracas). This “grand horizon” is a reference to the global south ever looking towards a political equator, beyond which is the economic north.

Execution
We will build the restaurant out of appropriately humble materials, with a working kitchen and an authentic Venezuelan menu. As part of this mise-en-scène, we will exhibit a series of photographs taken by Iwan Baan of the Torre de David. As in all Latin American street-food stalls and cheap restaurants, there will be TVs in the corners of the room. Instead of the local football match (or perhaps along with the football) the TVs will show a series of short films about the tower created by Urban Think Tank. These include, footage of a community meeting where residents discuss their occupation as belonging to a tradition of the commons that predates the Conquistadors.
The restaurant will employ a Venezuelan cook and manager and will run as a selfsustaining business along the pop-up restaurant model for the three months of the biennale. We will also create a crowd-sourcing website on which volunteers can register to take part either as waiters or assistants.




TORRE DAVID: GRAN HORIZONTE
The question of the commons in Latin America is generally understood to be one of natural resources. Thus water and gas in Bolivia, the rainforest in Ecuador and oil in Venezuela and Brazil have been points of conflict between peoples or their governments and the corporate interests exploiting these resources. But is there an urban commons? In the battleground of the city, how often does the right to housing prevail over the market forces that routinely push citizens into slums on the periphery? The case of Torre Confinanzas, known as Torre David, in Caracas, suggests that there is a new model of urban living that gives citizens a more equitable share in the city.

Torre David is a 47-storey banking headquarters that was never completed and has subsequently been squatted by 2,500 citizens who would otherwise be living in the barrios. Here is a symbol of finance capitalism, a lightning rod for the neoliberalisation of the city, being occupied by those who are ordinarily disenfranchised by it: the poor. The fact that they continue to live in this state of precarious privilege, with penthouse views in the centre of Caracas – albeit on a dangerous construction site – can only be explained by Venezuela’s demagogic politics. Chavez not only tolerates but has encouraged civilian occupations of empty buildings and other symbols of private interest, such as shopping malls and golf courses. While such populism ostensibly empowers the people – at the expense of any sense of order in Caracas – it does so in the most fragile and illusory way, without legal substantiation. This tacit agreement depends on the figure of the patriarch, one whose body is riddled with cancer.

The residents of Torre David are only too aware of the perils of “Chavismo”. That is why they look to a higher authority. Like much of the squatter’s movement in Caracas, the Torre is managed by a Pentecostal cadre that views the occupation of empty spaces as a religious duty. Despite their grassroots radicalism this is also in effect a withdrawal from the unreliable terrain of the political, a symptom of the loss of trust between the electorate and the state. Instead, they return to atavistic models. At one community meeting, which began with a prayer, a young man stood up and placed the Torre in the tradition of the pre-Columbian communes. This rhetoric of self-reliance and religious anarchism is a prophylactic against the idea that Chavez can protect them.

In the meantime, while they continue their occupation and fight for their legal status, they are sustaining an experiment that may be of crucial value to cities of the future. For Torre David is an urban laboratory. From São Paulo to Shanghai, the cities of the world are pincushions for speculative office towers that are surplus to requirements, empty castles in a game of fictitious capital. The Torre is an early trial in how they might be put to better use, and one approach to the absence of social housing in the city centre. It embodies two divergent directions in one symbol: the vertical axis of the tower and the horizontal force of its social redistribution.

Torre David: Gran Horizonte seeks to communicate some of this potential. It is both common ground and testing ground. The installation aims to simulate the Torre’s collision of ideas and people. The conceit is to recreate a street café as if on the 47th floor of the tower. Food is our medium for creating a social space, but, in the context of Venezuela, food is also political. The national dish, pabellon criollo – white rice, black beans and brown carne mechada – is a literal manifestation of the racial make-up. It is common ground on a plate. Gran Horizonte – the name of an actual restaurant in Caracas – is both the literal Grand Horizon of the city viewed from the top of this tower, and, much more importantly, the metaphorical horizon viewed from the economic south.

Look north from Caracas and you’ll find the political equator. We all know that the majority of urban growth this century will take place below that line. But what form will it take? Urban Think Tank argues that the distinction between the formal and informal cities will begin to dissolve. In which case there is no better exemplar than Torre David, a vertical village occupying the quintessentially formal framework
of the skyscraper. Similarly, there may be no more relevant context than Caracas. The late Venezuelan architect Tomas Sanabria used to refer to a condition he called “ranchosis”, a term he extrapolated from the rancho, or slum dwelling. Ranchosis, then, is the slumification of the city by those who carry the slums in their heads, no matter where they live. It is the inhabitation of a skyscraper without the facility that makes a skyscraper possible – the elevator. Ranchosis is a condition that leads UTT to occasionally describe Caracas as 100 per cent informal.

Torre David is the readymade of a concept that UTT once tried to create from scratch. The Growing House, begun for the Anglican Church in Caracas, aspired to be precisely this concrete framework in which people could build their own walls. Here it is, concept realised. Of course Torre David was only ever a temporary commons, a first-come-first-served free for all that soon became a gated community. But it remains a potent symbol of how direct action can turn vertical exclusivity into horizontal redistribution. By subverting our understanding of what a skyscraper is – no elevator, no facade, no services – Torre David becomes a new possibility: the skyscraper not as beacon of finance capital but social capital.

Urban Think Tank